viernes, octubre 04, 2013

THIS IS BULGARIA

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EL ARTE DE PONER LA MESA SEGÚN LA TRADICIÓN BULGARA

   
Uno de los logros más antiguos de la civilización es el compartimiento de la comida y el ofrecimiento de ésta con veneración y gratitud. Los más antiguos monumentos de la cultura material están asociados al lugar en que se reunía toda la familia para comer. Así es en la tradición de todos los pueblos.

¿Cómo solían servir la comida los búlgaros de antaño en los días hábiles y en los festivos? La mesa, común y corriente, hecha de madera y denominada con diversos vocablos en la tradición búlgara, era elemento obligado del moblaje de todo hogar, por muy pobre que fuera. A la mesa se sentaban todos juntos. En los meses de invierno lo hacían varias veces al día y, en primavera y verano, época de intensas faenas agrícolas, lo hacían una sola vez, al atardecer. Nadie comenzaba a comer antes de que el hombre mayor de la familia bendijera el pan y lo partiera. Era un rito obligado, incluso en el día a día. Antes de empezar a comer todos se persignaban. Lo hacían también en cuanto era levantada la mesa. Incluso cuando en primavera o verano comían a la sombra de un árbol en proximidad al sembradío o del huerto, nuestros ancestros acataban rigurosamente esta regla. 

Las normas de buen comportamiento mandaban que todos esperaran hasta que las mujeres de la familia recogieran la vajilla, los cubiertos y los restos de la comida. Luego movían la mesa al rincón más cercano y colocaban debajo de ella las sillas de tres patas utilizadas antaño por los comensales. Sobre la mesa debía quedar únicamente el pan porque según una creencia tradicional, de quedarse sin pan sobre ella, la mesa lloraría y su llanto traería pobreza a ese hogar. Habitualmente, los niños comían aparte de los mayores, sobre una mesita baja. En el pasado esto valía también de las mujeres, sobre todo las más jóvenes. Suya era la tarea de preparar la comida y cuidar del comportamiento de los pequeños. Según la “etiqueta” tradicional, era un pecado hablar durante la comida, lo mismo que reír. Si alguien empezaba a cantar estando sentado a la mesa, le advertían “Calla, que te casarán con un gitano o una gitana”. Esta prohibición era válida durante la mayoría de las festividades tradicionales.

Los días domingo antes de la Cuaresma, en las ferias populares, en las fiestas de boda, en los bautismos y en los días de homenaje a los muertos la mesa no se levantaba. Las buenas amas de casa preparaban gran cantidad de manjares para recibir a visitantes esperados e inesperados. La comida debía alcanzar para todos. Durante el festín era permitido abandonar la mesa porque de lo contrario, ¿cómo podrían alimentarse todos los parientes, consuegros, primos, etc., que habían venido de visita con toda su familia? Habiéndose saciado, cada comensal se levantaba de la mesa para ceder su sitio al siguiente comensal.



En la tradición búlgara la mesa festiva es calificada de dichosa, honesta, dorada, abundante. En la noción tradicional, en los festines los comensales se sentaban en sillas cubiertas de oro. Según Marín Marinov, uno de los primeros etnógrafos búlgaros, las meses festivas “con seis filas de sillas a su alrededor” eran las que se solían servir en las grandes fiestas de los aristócratas. Al ofrecer un banquete, los soberanos búlgaros o los aristócratas montaban mesas con seis y más filas de sillas.



También hoy en muchos sitios en Bulgaria se suelen hacer las llamadas “mesas comunes”. En determinadas fechas festivas, especialmente cuando se sacrificaban animales, la gente se reunía al aire libre. Las más de las veces lo hacían en proximidad a una antigua iglesia o monasterio o a la sombra de algún árbol secular al pie del cual se sacrificaba el animal. La mesa se servía sobre paños especiales tendidos en la tierra o sobre la hierba. En muchos sitios, la tradición manda servir la mesa festiva en Navidad en el suelo, sobre un paño o mantel multicolor. Cabe añadir que antaño los paños y manteles para las fiestas de bodas solían tenderse en el césped de un claro o en el prado destinado a acoger las celebraciones familiares y las prácticas de ritos sagrados. 

Texto Original: Albena Bézovska.
Versión en español por Raina Petkova.
© Fotos: BTA

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